El agua que se consume en España se destina prácticamente en su totalidad para el regadío, un 15% aproximadamente para el consumo y solo un 5% para el sector industrial.
En el caso de España, el contraste geográfico condiciona la disponibilidad de los recursos hídricos para todo el país. La zona norte y noroeste dispone de abundantes recursos mientras que en áreas del sur se producen las mayores sequías. Sin embargo, en los últimos años la situación estatal de sequía se ha agravado y un 32.5% de la superficie ya tiene sequía prolongada.
Aunque España dispone de pantanos y recolectores de aguas para aprovechar las épocas de lluvias, estas instalaciones no son suficientes para paliar la desigualdad hídrica y mejorar su disponibilidad. Los dos grandes problemas de España radican en las fugas en la propia red de distribución y la baja capacidad para reciclar las aguas, donde solo se consigue hacerlo con un 20%. Teniendo en cuenta estos datos, es necesario enfatizar la educación y conciencia ambiental y poner el punto de mira en otros países que puedan enseñarnos a reutilizar y buscar nuevas maneras de obtener agua.
Gestión hídrica como clave de éxito ante la escasez de agua
Este es el caso de Israel, un territorio mayoritariamente desértico que es capaz de reutilizar el 85% del agua e implantar nuevas tecnologías de digitalización para monitorear y detectar fugas en los sistemas de canalización de aguas y regadíos. Israel es un país que ha sabido sobreponerse a las dificultades climáticas y a su situación geográfica. El 80% del agua de consumo proviene del mar y es transformada en potable a partir de las desaladoras que tiene instaladas.
La desalinización es una manera de obtener agua potable a través del agua del mar. Mediante técnicas como la osmosis inversa, nanofiltración o electrodiálisis, se consigue a gran escala separar las sales del agua marina, que junto con tratamientos adicionales como la corrección de dureza y alcalinidad consiguen producir agua potable.
En España existen 765 plantas desaladoras capaces de producir hasta 100 m3/día y las principales se encuentran en la cuenca mediterránea y las islas, pero la producción sigue siendo insuficiente para cubrir todas las necesidades hídricas del país, además sus costes hoy en día todavía suponen una gran inversión energética.
Siguiendo el ejemplo de Israel, una de las soluciones más viables es la inversión en digitalización y automatización del sistema de regadío, ya que se ha visto que alrededor del 70% del agua que se extrae se desperdicia y nos encontramos con que el agua que se consume en nuestro país para el riesgo ocupa más de tres cuartas partes. Además, la reutilización del agua permitiría también aprovechar los nutrientes para la agricultura.
Sistemas telecontrolados como las sondas mulitparamétricas con parámetros esenciales como pH, conductividad, redox u oxígeno, son capaces de monitorear y lanzar los datos a nube para actuar de forma inmediata, además de equipos tan completos como el HI9829, permitiendo realizar las mediciones de salinidad, turbidez y TDS. Asimismo, existen equipos más sencillos como la línea Groline, que permiten visualizar de forma continua los parámetros de control. Todos ellos, contribuyen a facilitar el control y digitalización del seguimiento de parámetros necesarios en el estudio de la calidad del agua, que junto con la propia automatización del regadío pueden ser una buena combinación para la mejora de la eficiencia de los recursos hídricos del país.
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